viernes, 24 de agosto de 2007

Recuerdos que atormentan a la memoria

Fuente: Diario EL Universal (México)
Fecha: 11 de Agosto de 2007
Autor: Cinthya Sánchez

Cuando una persona no supera en un mes la experiencia de sucesos inesperados o violentos, puede desarrollar el Trastorno de Estrés Postraumático. El tratamiento consiste en terapias de conducta y socioeducativas, señala especialista
Cada nuevo temblor en la ciudad de México, le despierta al “monstruo” que reposa en su mente desde hace más de 20 años. Pasado el tiempo del movimiento, simplemente no puede sacarse del pensamiento las imágenes que vivió el 19 de septiembre 1985. La noche en que sucede un nuevo sismo y todas las noches siguientes la escena se repite y se repite en su mente “como si la viviera de nuevo”: Son las 7 de la mañana con 19 minutos, ella está de pie en su sala. La tierra se mueve y el rechinido de las paredes es sutil comparado con lo que miran sus ojos cuando por la ventana ve como se desmorona su paisaje de todos los días: el edificio de enfrente.

Aunque ahora viva fuera de Tlatelolco y han pasado años de aquel terremoto. Marcela trae en el pensamiento un recuerdo que le dura las 24 horas del día y que su mente decidió cobrarle años después. Hoy el miedo eriza cada proporción de su piel. Sus pensamientos se resumen a muerte, devastación y peligro. Por las noches no puede dormir, durante el día se siente angustiada al grado de salirse a la calle por el temor de un nuevo sismo.

Con los ojos cerrados o abiertos recuerda la escena de aquel acontecimiento. Poco a poco “el monstruo” ha ganado terreno, primero le interrumpió el sueño, después la hizo perder el trabajo, fue entonces cuando se dio cuenta que su “monstruo”, como ella le llama al miedo, le había ganado. Acudió a terapia psicológica. El diagnóstico: Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) de inicio retardado.

Por lo tanto, Marcela forma parte del 60% de personas que experimentan un suceso traumático durante su vida y del 20% que desarrollan TEPT, que es una alteración psicológica que refleja el desarrollo de síntomas característicos después de la exposición a eventos estresantes o de gran magnitud.

Los síntomas del TEPT son ideas, sentimientos e imágenes angustiosos que recapitulan el suceso traumático. Para padecerlo, el individuo tuvo que haber estado expuesto a un suceso traumático que involucre componentes que pongan en peligro su vida —de forma real o percibido así por el individuo—, dice Carolina Santillán, psicoterapeuta cognitivo conductual de la clínica especializada en estrés y depresión Integra.

Después del hecho traumático, el trastorno se experimenta durante más de un mes y causa angustia clínicamente significativa o deterioro del funcionamiento ocupacional y social que debe ser manejada por profesionales.

“En México, la máxima tasa de TEPT se presenta con la agresión con violencia (incluida la violación) y en segundo lugar, la muerte repentina e inesperada de un ser querido. En Estados Unidos, 80% de los pacientes experimentan estos trastornos adicionales, como depresión y tendencia suicida y son frecuentemente el motivo de consulta”, explica Carolina Santillán.

Los sucesos traumáticos están caracterizados por una sensación de horror, impotencia, lesiones graves, o amenaza de lesiones graves, o muerte. Estos sucesos afectan tanto a los sobrevivientes y rescatistas como a los amigos y familiares de las víctimas. De la misma manera, pueden causar impacto en todos aquellos que han vivido el suceso tanto directamente como por televisión.

Entre los síntomas de revivir el suceso se encuentran las escenas retrospectivas involuntarias (o flashbacks), las pesadillas y las reacciones emocionales y físicas extremas ante las memorias del suceso. Las reacciones emocionales pueden incluir sentimientos de culpa, temor excesivo ante el dolor e insensibilidad en algunas situaciones. Las reacciones físicas pueden incluir temblor incontrolable, escalofríos, palpitaciones y dolores de cabeza por tensión.

Aunque físicamente también se manifiesta pues las personas experimentan náusea, mareo y cambios de apetito, además de trastornos del sueño así como sensación de abstinencia de las actividades diarias. Es posible que pasen de semanas a meses antes de que una persona comience a sobre ponerse a un trauma y a sentirse normal.

“La mayoría de los afectados por un suceso traumático dicen sentirse mejor tres meses después de haber transcurrido el incidente. Si los problemas empeoran o duran más de un mes después del suceso, es posible que estemos frente a un caso de trastorno por estrés postraumático”, explica Santillan.

La Asociación Americana de Trastornos de la Ansiedad indica que de 15% a 30% de los tres millones y medio de hombres y mujeres que combatieron en Vietnam, han sufrido trastorno de estrés postraumático.

El Estrés Postraumático ha existido a lo largo de la historia pues los seres humanos han estado experimentando tragedias y desastres. Así, durante años se le conoció como Neurosis de Guerra, Neurosis Traumática, Síndrome Post-Vietnam o Fatiga de Batalla (Meichenbaum,1994).

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) reconoció por primera vez el Trastorno por Estrés Postraumático como una entidad diagnóstica diferenciada en el año 1980. Fue categorizado como un trastorno de ansiedad por la característica presencia de ansiedad persistente, hipervigilancia y conductas de evitación fóbica.
Los tratamientos
Para tratar el estrés postraumático se utilizan dos enfoques principalmente, el psicoeducactivo y la terapia cognitivo-conductual.

El enfoque psicoeducativo implica proporcionar al paciente/familia información básica sobre su enfermedad, síntomas característicos y diversas estrategias de afrontamiento.

Esta primera categoría de tratamientos incluye compartir información básica con el sujeto, a través de libros, artículos y otros documentos de interés que permita adquirir al paciente nociones esenciales de conceptos relacionados con el trastorno como conocimientos de psicofisiología, introducción al concepto de respuesta de estrés y conocimientos jurídicos básicos relacionados con el problema.

En tanto, la terapia cognitivo-conductual se trata de una modificación de conducta o terapia de conducta donde se cambian patrones de pensamiento distorsionados y se entrena en habilidades de solución de problemas. En el caso de estrés postraumático es una de las terapias más recomendables pues la exposición que se maneja en la terapia permite que el paciente salga adelante del TEPT entre 8 y 15 sesiones.

Tanto por el número de estrategias eficaces de intervención disponibles como por la propia naturaleza multi-dimensional del trastorno, este enfoque es el más adecuado.

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