sábado, 9 de agosto de 2008

La terapia cognitiva trata con éxito la fatiga crónica

Fuente: http://www.nacion.com/ln_ee/2008/julio/17/aldea1623542.html


Síndrome de fatiga crónica afecta concentración y vitalidad del individuo

Técnicas que reemplazan ideas negativas benefician a pacientes

Mónica Cordero S. mocordero@nacion.com
La terapia de comportamiento cognitivo –usada para tratar la depresión, ansiedad, fobias y otros trastornos psicológicos– podría beneficiar a personas que sufren el síndrome de fatiga crónica.

Así lo reveló un estudio de científicos de la Universidad de Oxford, quienes evaluaron 15 trabajos que involucraban a 1.043 pacientes con este síndrome.

Ellos compararon los efectos de la terapia de comportamiento cognitivo con otros tratamientos psicológicos y médicos usados.

Como resultado hallaron que un 40% de los pacientes tratados con terapia cognitiva redujeron su cansancio, en contraste con un 26% de los individuos en el grupo de otras opciones.

“El síndrome de fatiga crónica es un padecimiento desafiante para los pacientes y existe una controversia acerca de las causas”, dijo Jonathan Price, quien dirigió la investigación.

Los expertos sugieren que se requieren más estudios para verificar el hallazgo. La investigación fue publicada en la Cochrane Library , este mes.

El síndrome de fatiga crónica afecta al menos a una de cada cien personas en el mundo. Quienes padecen suelen tener entre 20 y 40 años de edad y es más frecuente en mujeres.

Los síntomas incluyen un fuerte cansancio, dificultad de concentración y, en algunos casos, inflamación de los ganglios linfáticos.

La terapia cognitiva es una opción de psicoterapia empleada para tratar la depresión, ansiedad, fobias y trastornos psicológicos.

Esta alternativa estimula a los pacientes a reemplazar los pensamientos distorsionados y sustituirlos por ideas más realistas y positivas.

viernes, 14 de marzo de 2008

Esquizofrenia: hacia una vida más plena

Fuente: Diario La Nacion (ARG)
Autor: Julieta Bravo
Link: http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/cienciasalud/nota.asp?nota_id=991868

Gracias a la acción de los nuevos antipsicóticos que poseen menos efectos colaterales que los anteriores

Los pacientes esquizofrénicos pueden mejorar su calidad de vida. Si bien aún no se ha encontrado una cura definitiva, los tratamientos modernos permiten que las personas puedan sobrellevar la enfermedad lo mejor posible.

En gran parte, se debe a los nuevos antipsicóticos modernos, llamados de "última generación", que además de controlar y reducir los síntomas, no producen efectos secundarios o colaterales. De este modo, se puede detener el avance de la esquizofrenia, que implica un deterioro en todas las áreas vitales.

Así coincidieron médicos psiquiatras consultados por LA NACION, al referirse a esta enfermedad, que afecta a más del 1% de la población general.

El Instituto Nacional de Psicopatología (Inapsi) organizó la "Semana del paciente esquizofrénico", entre el lunes último y ayer, cuyo objetivo fue brindar información y orientación gratuita a la población.

El médico psiquiatra Jorge Coppola, director del Area Asistencial de ese instituto, dijo que en las dos últimas décadas se produjeron importantes avances en la comprensión de esta enfermedad. "Sin ninguna duda, podemos afirmar que los pacientes se han beneficiado con el uso de medicamentos de última generación, con un mayor perfil de tolerancia y con una considerable reducción de los efectos colaterales", afirmó.

Fármacos modernos

"Las familias de estos pacientes también han visto resueltos problemas asociados, tales como el abandono del tratamiento, ocasionado por los efectos indeseados del tipo de antipsicóticos de años anteriores, que se sumaban al malestar de la dolencia", continuó Coppola.

"Es un hecho que la adherencia al tratamiento por parte de los pacientes ha mejorado en un porcentaje altísimo", aseguró Coppola.

"En la actualidad, se realiza un mejor diagnóstico que hace quince años. Se ha avanzado mucho en la psicofarmacología de la esquizofrenia. Los antipsicóticos de última generación producen una mejor calidad de vida al paciente", señaló Edgardo Carlos Engelmann, médico especialista en psiquiatría y en obesología, coordinador del Programa de Psicoeducación para Familiares en la Asociación Argentina de Ayuda a la Persona que Padece Esquizofrenia y su Familia.

La mayoría de las personas con este trastorno encuentran que sus síntomas mejoran con los medicamentos.

También se están efectuando desarrollos interesantes en el abordaje psicoterapéutico de esta afección.

"Las familias y los médicos estamos más educados que antes e insistimos más en que el paciente realice el tratamiento y que no lo deje", dijo Engelmann.

Estudios recientes llevados a cabo en el Nathan S. Kline Institute for Psychiatric Research en Orangeburg, Nueva York, han probado que los antipsicóticos de última generación son eficaces para controlar los estados de agitación de los enfermos y no provocan los síntomas extrapiramidales (parkinsonismo, contracciones musculares, problemas de marcha y movimiento).

"Es muy importante poder establecer el tratamiento médico precozmente, de ese modo la evolución de la enfermedad puede ser más leve", dijo Coppola.

Además, explicó que era conveniente poder detectar los primeros síntomas psicóticos (alucinaciones, paranoia) a tiempo. Aunque a veces pueden ser más sutiles, como el retraimiento, las personalidades "especiales" con dificultades en las relaciones sociales, el desinterés, la abulia y el aislamiento social, entre otros.

La esquizofrenia es un trastorno cerebral que le hace difícil a la persona diferenciar entre experiencias reales e irreales, pensar de manera lógica y comportarse normalmente en situaciones sociales. "Es una enfermedad crónica, lenta y progresiva que puede deteriorar la personalidad", definió el médico psiquiatra Marcelo Cetkovich-Bakmas, jefe del Departamento de Psiquiatría del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro y a cargo del Departamento de Psiquiatría del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco).

"Se ha descubierto que produce en las personas mucho déficit funcional; les cuesta planificar y cumplir con sus objetivos vitales", dijo el experto.

Según Coppola, la esquizofrenia es policausal y las células están mal distribuidas en la corteza cerebral.

Para el doctor Cetkovich-Bakmas, se está progresando notablemente en la detección precoz de la enfermedad. "Sabemos que es progresiva, así que cuanto antes se la diagnostique, mejor será su pronóstico." Según explicó el experto, por lo general, es una enfermedad que aparece en la adolescencia, aunque también se detectaban casos de jóvenes que ya presentaban síntomas desde la etapa infanto-juvenil.

Cuantos menos episodios psicóticos se produzcan, mejor vida tendrá el paciente a largo plazo y menor será el deterioro de la función cognitiva.

Los factores genéticos juegan un papel importante, ya que las personas que tienen miembros en la familia con esquizofrenia pueden ser más propensas a contraerla. Además, los sucesos en el ambiente pueden desencadenar la afección. Por ejemplo: problemas durante el desarrollo intrauterino (infección) y la falta de oxígeno en el parto pueden aumentar el riesgo de sufrir la enfermedad posteriormente en la vida.

"Entre el segundo y quinto mes de embarazo puede ser clave si una madre padece estrés en ese período", dijo Coppola.

"Otro factor posible es haber sufrido algún trauma psicológico en la vida temprana del chico, por ejemplo, un abuso", agregó el doctor Engelmann.

El diagnóstico de la esquizofrenia es clínico. Sólo lo debería realizar el médico psiquiatra, ya que ciertas enfermedades también pueden producir síntomas de psicosis. Además, debe ir acompañado de una evaluación neuropsicológica. Es conveniente efectuar una tomografía, un mapeo cerebral, una resonancia magnética y que el profesional pueda conversar con la familia.

Otro pilar del tratamiento es la psicoeducación para los familiares, así éstos pueden conocer la enfermedad y comprender mejor a aquellos que la padecen. "Es ideal para aquellos padres que exigen mucho."

Además, la terapia cognitiva-conductual para los pacientes es clave, ya que actúa sobre el pensamiento y enseña diferentes formas de actuar. "Funciona en un clima de absoluto respeto por lo que piensa y siente el paciente. Jamás se lo criticará ni confrontará", aseguró Engelmann.

Julieta Bravo

Un 42% de enfermos obesos tiene alguna patología psiquiátrica asociada a la obesidad

Fuente: Hispanidad
Autor: Europa Press
Link: http://www.hispanidad.com/noticia_ep.aspx?ID=20080313213342

BARCELONA, 13 (EUROPA PRESS)

Un 42% de los enfermos obesos tiene alguna patología psiquiátrica asociada a la obesidad, según datos de un estudio de la psicóloga del Institut Universitari Dexeus, Cristina Martínez, realizado con pacientes intervenidos de balón gástrico en este centro y presentado hoy en la XXIII Jornada de Terapia del Comportamiento y Medicina Conductual en la Práctica Clínica.


De este 42%, cerca de un 23% padece el llamado 'trastorno por hartazgo', episodios de sobreingesta; un 12% depresión y un 7% otros trastornos de conducta, cognitivos o mentales. El estudio se presentará mañana en la jornada.


Una detección precoz psicológica y psiquiátrica y un seguimiento posterior del paciente que se tiene que someter a una intervención quirúrgica de cirugía bariátrica o de la obesidad mejora el resultado de la operación y favorece y acelera la recuperación del paciente, según el Instituto Universitari Dexeus.



En concreto, la técnica del balón intragástrico combinada con una reeducación alimentaria y cognitiva del paciente mejora su imagen corporal y su estado de ánimo, hecho que favorece que se recupere más rápido de la intervención y que la pérdida de peso sea significativa desde el primer día, mejorando su calidad de vida.


Las intervenciones psicológicas en los pacientes obesos inciden en las vertientes conductual y cognitiva. La terapia conductual enseña a través de una reeducación alimentaria las pautas de nuevos hábitos alimenticios, estableciendo estrategias de control de estímulos, modificando el estilo de alimentación en relación a una dieta sana y equilibrada y también a modificar los patrones de la actividad física.


Desde el punto de vista cognitivo, se tratan los pensamientos distorsionados, la imagen corporal negativa, el bajo estado de ánimo o la desmotivación con mensajes positivos para mejorar la autoestima.


El Institut Universitari Dexeus ha constatado que los pacientes a los que se les ha practicado este tipo de cirugía bariátrica y no han recibido apoyo psicológico están más insatisfechos con su imagen corporal y tienen más trastornos psicológicos, que los enfermos que han sido evaluados y tratados antes de la operación.


La intervención psicológica en las operaciones de balón intragástrico consisten en una visita previa a la operación donde se evalúa al paciente mediante un cuestionario para detectar patologías alimentarias o psicopatológicas asociadas y una entrevista donde se valoran las actitudes, conductas, comportamiento, antecedentes personales y motivación.


Tras la intervención se hace un seguimiento mediante visitas de control, donde se realiza una valoración de la percepción de la imagen corporal que tiene el paciente y la adaptación de nuevos hábitos alimenticios. La media de reducción de peso por la colocación de un balón gástrico es de 20 kilogramos en siete meses.


La obesidad, que afecta a un 14,5% de adultos y un 13% de niños españoles, puede reducir la esperanza de vida hasta siete años y favorece enfermedades como la diabetes, la artritis y la artrosis, el tromboembolismo pulmonar, hernias, varices, cáncer o afecciones dermatológicas.

“Me daba el troforitro”

Fuente: Página 12
Autor: Alejandro Lipcovich
Link: http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-46372-2005-01-25.html

Un recordatorio de las barreras psicosociales que –por desconocimiento o por intolerancia del “compañero de conversación”– afectan a las personas que padecen afasia. Y un pantallazo sobre sus perspectivas de rehabilitación.

Por Alejandro Lipcovich

“Aunque parezca irónico, el personal de los hospitales, incluso profesionales, ignora qué es un afásico. Hay que esclarecer este tema en la gente, difundiendo qué es un afásico, cómo se lo trata, cuáles son sus problemas.” Así dijo a Página/12, en su reciente visita a la Argentina, el profesor Chris Code –de la Universidad de Exeter, Inglaterra– sobre las dificultades con las que se enfrentan las personas que padecen afasia. Aldo Ferreres –profesor titular en la Facultad de Psicología de la UBA– destacó, por su parte, el impacto de factores externos análogos a las “barreras arquitectónicas”; en el caso de la afasia el problema es la comunicación: el interlocutor no sabe comunicarse con el afásico que, así, se enfrenta con grandes problemas en los lugares donde realiza sus compras, trámites, o donde controla su salud: “Lo que ocurre con los afásicos es muy similar a lo que ocurre con los viejos, que también sufren la impaciencia del otro. Estas personas son muy lentas para construir las oraciones, y entonces el otro se impacienta y le dice las palabras, anulándolo. El efecto es el aislamiento comunicativo. Con el interlocutor, trabajamos para que respete los tiempos del paciente, le ofrezca alternativas, le dé señales para posibilitar la corrección cuando no se entiende”. Gracias a la rehabilitación, incluso personas que requieren de un gran uso del lenguaje en su trabajo, como un vendedor, obtengan estrategias para proseguir con su actividad.


Los afásicos sufren la situación de que su síntoma se confunda con otro trastorno: “Muchas veces confunden a alguien que no puede hablar con un demente, o que tiene un retardo o está drogado”, remarcó Code. Ferreres lo ejemplificó: “A una persona le pregunté por qué había venido al consultorio y me dijo: ‘Lo que pasa es que yo estaba allí y me preguntaron que aquí, que allá. Entonces yo les dije que tenía un problema en la vista, y que me daba el troforitro –haciendo el gesto de inyectarse–, y yo hace 35 años que lo tengo’. Este discurso es incoherente y podría confundirse con el de un alienado, pero lo que trataba de decir era: que era diabético, causa por la cual tenía un problema en la vista; usaba insulina (“troforitro”) inyectable, y padecía su enfermedad desde hacía 35 años. Como él bien sabía, la diabetes es un factor de riesgo cerebrovascular, y había tenido un infarto cerebral. El tenía una idea muy clara de lo que quería transmitir, pero su lenguaje no era adecuado para tal fin. Este cuadro se corresponde con un tipo de afasia, la de Wernicke”.

La afasia es la alteración del lenguaje a causa de una lesión cerebral. Esta lesión puede darse en cualquier momento, ya que es debida con frecuencia a traumatismo de cráneo o accidente cerebrovascular (ACV) en las llamadas áreas del lenguaje. Existen distintos tipos de afasias y distintos grados de severidad: puede haber mayor dificultad en la comprensión o en la producción oral. Según el tamaño de la lesión y su localización precisa, puede ir acompañada de hemiplejia del lado derecho, y a veces de trastornos del campo visual. Es preciso distinguirla de otros problemas, como los debidos a parálisis de los instrumentos fonoarticulatorios, es decir la lengua o la boca.

¿El afásico tiene alterada su capacidad de pensar? “No es una alteración del pensamiento –respondió Ferreres–. Algunos autores clásicos pensaban la afasia como un trastorno del pensamiento, y otros, más recientemente, la identificaban con una pérdida de la capacidad abstracta. Sin embargo, el afásico muestra un pensamiento absolutamente conservado. En su conducta, y ante toda medición de inteligencia en forma de pensamiento no verbal, el sujeto funciona muy bien. Un paciente puede decirle ‘lapicera’ al lápiz, o ‘copa’ a la taza, pero cuando necesite dibujar usará un lápiz, y cuando quiera tomar leche la servirá en una taza. Ahora bien, muchas operaciones, tales como cadenas de razonamiento, se apoyan en el lenguaje, de manera que ésas sí podrán estar afectadas.”


Code –que visitó la Argentina, gracias al apoyo del British Council, en el marco de las VIII Jornadas de Afasiología, auspiciada por la Fundación Argentina de Afasia– subrayó a Página/12 la importancia de las acciones concretas para propiciar el mayor acceso de los afásicos a la vida social. “Un ejemplo lo encontramos en localidades de Irlanda del Norte, donde voluntarios de una ONG trabajaron recorriendo cada negocio, cada banco, cada restaurante, cada bar, inquiriendo qué sabía la gente acerca de la afasia. Después contrataron a una terapista del lenguaje para que los instruyera explicando qué es la afasia, qué no es, qué se debe hacer. Luego chequearon los resultados, poniendo incluso a algunos pacientes afásicos para que probaran cómo los trataban, cómo reaccionaba la gente ante ellos.”


En cuanto a la rehabilitación, el grado de estimulación es de vital importancia. Code contó la historia de “Patricia Neal, una actriz muy famosa, que tuvo un ACV y quedó afásica. Entonces, su marido, un escritor también famoso, Roald Dahl, junto con otros allegados, consiguieron que un montón de gente, sus amigos, parientes y conocidos, la visitaran y estuvieran con ella todo el tiempo. La estimulaban continuamente, diciéndole ‘qué es esto, di esto, escribe esto’. El resultado fue que ella recuperó su lenguaje y pudo volver a filmar”.


Ferreres indicó que “con frecuencia aparece depresión y ansiedad, tanto en el paciente como en la familia, vinculada a si se recupera o no se recupera, cuánto tiempo va a tardar. Esta ansiedad se transmite al paciente e influye en forma negativa. Hay que informar a la familia sobre las expectativas y los plazos de manera realista, de forma tal que no haya fantasías de una recuperación extraordinaria, ni tampoco visiones catastróficas. También es preciso aliviar la sobrecarga de aquellos que emergen como cuidadores del paciente o se hacen cargo de la información. Hemos visto hijos que dejan de estudiar para estar con el padre o la madre. Hay que calmar la ansiedad, decirle que se los puede dejar solos”.

La rehabilitación no comprende sólo al paciente, ya que el entorno también debe participar. “Es lo que llamamos terapia indirecta: trabajar sobre el interlocutor. El paciente falla, y nosotros nos comunicamos con él mucho mejor que el entorno no entrenado, porque sabemos cómo falla. Tenemos hipótesis de lo que quiso decir al equivocarse, además de que sabemos esperarlo, o darle señales para que corrija su error. Es muy frecuente, y muy malo psicológicamente, que el afásico sufra la intolerancia de su compañero de conversación. Es muy similar a lo que ocurre con los viejos, porque estos pacientes son muy lentos para encontrar las palabras, para construir las oraciones, y entonces el otro se impacienta y le dice las palabras, anulándolo. El efecto es la anulación y el consiguiente aislamiento comunicativo del otro, ya sea el viejo o el afásico. Con el interlocutor trabajamos para que respete los tiempos del paciente, le ofrezca alternativas y le dé señales para posibilitar la corrección cuando no se entiende”, explicó Ferreres, quien es jefe de la Unidad de Neuropsicología del Hospital Eva Perón.

Ferreres advirtió que “la obtención de la mayor autonomía posible es fundamental, y puede lograrse incluso con cosas que aparentan ser mínimas”. Por ejemplo, “un farmacéutico cuyo problema consiste en la incapacidad de pronunciar la palabra correspondiente a un número. Tiene una noción muy clara del concepto de número, sabe cuándo un número es mayor que otro, pero si tiene que pronunciar ‘mil uno’ sólo puede decir uno-cero-cero-uno. Esto le generaba una complicación en su trabajo, porque no podía decirle al cliente el costo del remedio. Empezó entonces a usar entonces una calculadora con impresión, entregando así el papel con el precio. Esto, tan simple, le permitió seguir trabajando en su farmacia”.

La continuidad del paciente en el trabajo que realizaba antes de quedar afásico suele ser esencial, ya que “para la gente que tiene un uso importante del lenguaje la pérdida es mucho mayor que para alguien que trabaje, por ejemplo, como artesano”, observó Ferreres. Pero existen tácticas para adaptarse a la nueva situación: “Un hombre era un gran vendedor en una mueblería y, a causa de habérsele caído un caño en la cabeza, quedó afásico. Para él tenía mucha importancia seguir con su trabajo y el tratamiento apuntó especialmente a esa área, entrenándolo y repitiéndole las palabras que necesitara para vender, creando estrategias para disimular ante los clientes, y mecanismos de ayuda, tales como listas y dibujos. Tiempo después, el mismo paciente fue a litigio por la tenenciade su hija. Tenía que presentarse ante el juez, y estuvimos dos meses trabajando en aspectos legales, para que pudiera expresarse correctamente. Nos preocupaba qué sabía o no el juez acerca de la afasia y la impresión que su deficiencia en el lenguaje pudiera causar en alguien que ignorara el asunto”.